
Por: Karl Marx Covián
“Andándome yo paseando por las fronteras del norte, ¡Ay que cosa tan hermosa! De Tijuana a Ciudad Juárez, de Ciudad Juárez-Laredo de Laredo a Matamoros, sin olvidar a Reynosa”
Así comienza la canción “Chulas fronteras”, obra compuesta por el genial Eulalio González “Piporro”, locutor, cantante, compositor y actor que saltó a la fama allá por los años 50’s del siglo pasado. Ícono de la cultura norteña, en sus canciones y películas construyó un personaje que retrataba las formas y costumbres de quienes habitamos esta región de México, con su modo de hablar dicharachero y franco.
Su música, a primera ‘orejeada’, resulta alegre y jocosa, ya que recurría a una especie de pregón entre las estrofas, lo que agregó un toque muy característico a sus interpretaciones, para crear con ello un estilo auténtico, que lo identificó desde el inicio de su carrera artística.
De manera particular, “Chulas fronteras” resulta una alegoría que hace referencia a la migración de mexicanos hacia territorio que hoy pertenece a los Estados Unidos. Durante el gobierno colonial de la Nueva España y en buena parte del siglo XIX, este fenómeno migratorio era legal, porque los territorios nos pertenecían, pero, más adelante, la geopolítica sufrió modificaciones para recorrer la frontera hasta sus límites actuales y el paso por el río Bravo adquirió nuevas reglas.
En la canción citada, “Piporro” pregona más adelante:
“Al llegar a la aduana me dice el de la cachucha [el agente aduanal, claro]:
-¿Qué llevas hay’?
-Po’s pura cosa ‘permetida’, llevo comida.
-¡Mentira!¡Tú llevas géneros!(así se decía antes a la ropa interior)
-¡Ahhhhh qué sopor y qué bochorno!
¡Empecé a pasar aceite raza!, sude y sude de pura vergüenza…”
En su sentido más simple, esto nos indica que, para cruzar a otro país, necesitamos apegarnos a sus leyes y reglamentos en materia de acceso para los extranjeros, lo que tiene que ver con la soberanía y los límites territoriales. Como mexicanos, no podemos llegar al cruce aduanal con Estados Unidos e ingresar sin documentos aprobados por su legislación, mucho menos a la fuerza o de manera violenta.
En “Chulas fronteras”, esto se menciona de manera muy clara:
“Antes iba al otro lado escondido de la gente pues pasaba de mojado. Ahora tengo mis papeles ya estoy dentro de la ley…”
La acepción ‘mojado’ refiere a la persona que cruza ilegalmente por el río Bravo a los Estados Unidos. Como tiene que hacerlo nadando o por tramos del río con baja profundidad, se moja en las aguas del mismo, de ahí el término.
Lo anterior también es tratado de manera exquisita en la película “Espaldas Mojadas” (1953), considerada entre las mejores cien películas mexicanas de todos los tiempos, escrita y dirigida por Alejandro Galindo y en la cual Eulalio González “Piporro” ganó el premio conocido como “La Diosa de Plata”, por su actuación en este filme, donde se representó el drama sufrido por trabajadores ilegales mexicanos en suelo estadounidense. (No está de más mencionar que el cine, por lo general, es un reflejo de la realidad imperante en cada época).
Hago esta analogía de canciones y películas para ilustrar la situación que vivimos en estos días al llegar la “Caravana Migrante”, bautizada así por los medios, que consiste en un éxodo de ciudadanos centroamericanos (en teoría se considera que todos residen en los países que conforman esa región), los cuales lograron entrar a territorio mexicano con métodos poco ortodoxos.
Sin embargo, y a pesar de la falta de ortodoxia, los extranjeros que se encuentren en situación complicada dentro de su país originario, pueden solicitar la aplicación de la LEY SOBRE REFUGIADOS, PROTECCIÓN COMPLEMENTARIA Y ASILO POLÍTICO, apegada a tratados internacionales, donde se contempla la recepción de personas en dicha situación. Aunado a ello, México cuenta con una historia amigable enfocada al recibimiento de extranjeros en condiciones emergentes, por lo cual, miles han llegado a territorio nacional en estancia temporal o permanente.
Se ha desatado una gran polémica en torno al tema de la ‘Caravana’, que incluye argumentos a favor y en contra, los cuales deben ser analizados de manera imparcial para no caer en los extremos. Lo que sí es necesario evitar son las actitudes xenofóbicas y racistas, algunas de las cuales llegan hasta el odio y la total intolerancia.
¿Es correcto que México reciba a la ‘Caravana’ y el Estado les brinde atención? Sí lo es, porque las leyes lo contemplan. ¿Nos va a beneficiar o a perjudicar? No podemos afirmar una cosa u otra. ¿Qué tanto peligro corren los centroamericanos para verse en la necesidad abandonar sus países? Suponemos que un peligro mayor al que tenemos acá, o no les queda de otra venir porque es la manera más viable de llegar a Estados Unidos.
A opinión de quienes aplauden el recibir a los migrantes, se les debe proporcionar todo el apoyo y protección necesaria para que su transitar sea seguro y puedan llegar a la frontera norte para cruzar al vecino país, destino final de la mayoría.
Los que están en contra se preguntan: ¿De qué manera el Estado ha brindado apoyo a los desplazados en Chiapas?; ¿Cómo se apoyó a los mexicanos que huyeron de sus pueblos por la violencia en el norte de Tamaulipas?; ¿Qué ayuda recibieron los que les quitaron el agua de sus ríos y tuvieron que irse a buscar una mejor vida?
Yo me pregunto: ¿Será esta ‘Caravana’ una oportunidad para que el gobierno saliente se cubra con el manto humanitario? ¿Será aprovechada como una de tantas distracciones mediáticas?
Las preguntas siguen en el aire. Esperemos pronto encontrar las respuestas.
Gracias, hasta la próxima.