
Por: Roque Treviño
Estos eran un abuelo con su nieto y su burro; Venían saliendo de su ranchito allá por Padilla, Tamaulipas. Cargados de leña y después de un largo día de jale, venían caminando de regreso a casa cansados; Sobre el burro venia el nieto, el abuelo venía a un costado y a lo lejos se escucha el murmurar de unos pueblerinos que venían sobre la brecha “¡Que nieto tan ingrato!
En lugar de dejar que su abuelo vaya descansando sobre el burro…”
A lo que el nieto lleno de remordimiento baja y deja que su abuelo vaya sobre el burro, después de un rato andar, se escucha a otros pueblerinos exclamar “¡Mira! Que viejo tan ingrato, dejar que el pobre niño vaya a pie…”
El nieto y el abuelo deciden treparse sobre el burro y después de un rato se escucha otro murmullo “¡Mira! ¡Tan ingratos estos desalmados sin corazón! después de traer al burro en chinga desde en la mañana; Estos ingratos se regresan montados en el…”
Para esto el abuelo y su nieto nuevamente llenos de remordimiento y culpa.
Deciden cargar al burro entre los dos y poco después de dar unos pasos se escucha una carcajada a lo lejos “JA JA JA Mira a estos pen… cargando al burro en lugar de ir sobre él”.
Tan sublime anécdota, fue relatada a mí esta mañana por mi compañero Polo cuya moraleja está llena de sentido…
“NUNCA VAMOS A TENER CONTENTO A TODO EL MUNDO